Desde la vereda Brasilal, corregimiento
de Río Verde de Los Montes, Sonsón-Antioquia, cazadores registraron con la cámara
de su celular, un encuentro que los dejó sorprendidos: una culebra cazadora (conocida
cómo “toche” en esta región), depredando a una mapaná, una de las más temidas y
respetadas serpientes venenosas.
Tal y como asegura Jair Carmona, miembro de RíoVerde, habitante de este corregimiento de Sonsón y multiplicador de este reporte: “Este registro ayuda a que las comunidades campesinas recapacitemos sobre el papel de las culebras cazadoras y la importancia de conservarlas, ya que comprobamos que ayudan a controlar naturalmente la población de especies venenosas como la mapaná, muy común y peligrosa por estas tierras”.
Pequeñas acciones como esta ratifican y alientan algunos de los objetivos misionales de RíoVerde:
(1) Educación y reflexión ambiental para la
conservación de la biodiversidad apoyada en el lenguaje audiovisual. Hoy por hoy, el proceso de que los campesinos y campesinas comiencen
a reconocer poco a poco algunas especies de serpientes comunes en sus territorios
a través de la capacitación, ha permitido reducir las muertes de las culebras
no venenosas por parte de algunas familias habitantes de las localidades donde
RíoVerde desarrolla actividades desde 2016. Vale anotar que antes de que esta
RED hiciera presencia allí, culebras venenosas y no venenosas eran temidas y sacrificadas
casi siempre sin distinción alguna, considerando que el solo hecho de ser
culebra ya era suficiente motivo para matarlas. Hemos descubierto que aunque
algunos elementos culturales la subyacen, esta conducta es más propiciada por
el miedo y el instinto de supervivencia que por cualquier otra razón y
reconocemos que existe en ella un valor implícito y es: el cuidado mutuo, que
entre otras cosas hace mucha falta en las sociedades modernas.
Equipo audiovisual de la RED en el corregimiento Río Verde de Los Montes en entrevista con Jair Carmona.
(2) La inclusión a la RED de personas que ejercen
la cacería, la pesca o el aserrío de maderas y que desarrollan estas
actividades por subsistencia. Estos actores generalmente
estigmatizados, erradamente catalogados e incluso, perseguidos, guardan
tras su silencio y exclusión un acervo impresionante de información sobre la
historia natural de la flora y fauna silvestre local que está siendo
desaprovechada. Al parecer aún no nos percatamos del importante papel que
pueden llegar a jugar en la cadena de la conservación y comunicación de la
biodiversidad bajo un modelo más incluyente e innovador, más cercano de la
educación, el diálogo de saberes y la construcción mancomunada de conocimiento,
que de la represión y el señalamiento.
Su contexto social y ambiental, muchas veces desconocido, resulta
siendo, la mayoría de las veces, blanco de juicios arbitrarios a distancia, desde
la comodidad del escritorio o de la postura radical ambientalista, coarta así cualquier
posibilidad para que estos personajes aporten todo su potencial y se abran a
experiencias más sensibilizadoras en pro de la adecuada gestión de sus recursos
naturales.
Hace mucho tiempo que en varios países del mundo los cazadores pasaron
de perseguir y ser perseguidos a poner todo su conocimiento, pericia y
experiencia al servicio de la conservación de la biodiversidad con muy buenos
resultados. En RíoVerde soñamos con que los “disparos de las cámaras” vayan
reemplazando paulatinamente los tiros de escopeta y que sean estos personajes,
andariegos incansables de las montañas y ríos antioqueños, quienes nos
sorprendan y maravillen con sus particulares miradas e historias de la
naturaleza a través de las imágenes y sonidos que tal vez sólo ellos, por su
bagaje y oficio, puedan lograr con un poco de orientación y práctica.
Perra cazadora criolla -Corregimiento RíoVerde de los Montes -Sonsón Antioquia
Como red campesina, nos cuesta juzgar de tajo la práctica de la
cacería o del aprovechamiento de los recursos naturales con fines de
subsistencia, máxime en aquellas comunidades apartadas e históricamente
sustentadas en ella, entendiendo a profundidad que de este tema con tantas
aristas se deriva una discusión amplia y nutrida que debe irse abriendo un espacio
en la sociedad. Por ahora, concordamos más con posiciones como la de Brigitte
Baptiste, directora del Instituto Alexander
Von Humboldt, en su artículo Comer Borugo,
publicado en el periódico La República el 26 de octubre de 2013, del que
citamos fragmentos:
“Las prácticas locales, las tradicionales y las
que provienen de la innovación adaptativa de las sociedades rurales que han
utilizado la biodiversidad por milenios, son sistemáticamente discriminadas,
excluidas y costosamente ignoradas en un país que reclama alternativas a la
pobreza, la exclusión y se precia en los eventos internacionales de su
patrimonio natural”.
“Pero mientras no podamos ni siquiera hacer
investigación sobre los usos de la fauna, incluido el diseño de cotos de caza,
por ejemplo, seguirán pasando miles de borugos por los caminos del tráfico
ilegal, moviéndonos más y más cerca de un modelo mafioso de gestión de recursos
naturales”.
Leer artículo completo Comer Borugo ///
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